Época: Reconquista
Inicio: Año 900
Fin: Año 1000

Antecedente:
El protectorado cordobés



Comentario

La rapidez y profundidad de los avances cristianos en la zona occidental -la frontera se establece a orillas del Duero- sólo puede explicarse si aceptamos la relativa despoblación de esta zona y el escaso interés de los musulmanes por asentarse en ella tras el abandono de las guarniciones beréberes a mediados del siglo VIII. El Valle del Ebro está mucho más poblado, y sus dirigentes, árabes o miembros de la nobleza visigoda convertidos al Islam, ofrecen una gran resistencia por lo que los avances cristianos serán mucho más lentos y la frontera se estabiliza en una línea que se extiende desde la sierra de Codés en Occidente hasta Benabarre pasando por el valle de Berrueza, las estribaciones de Montejurra y Carrascal hasta el río Aragón en Pamplona, y desde el Aragón por Luesia, Salinas, Loarre, Guara y Olsón en el condado aragonés. Esta línea no fue superada hasta comienzos del siglo X en tiempos de Sancho Garcés I (905-925), cuya subida al trono fue facilitada por el leonés Alfonso III, interesado en que los navarros cerraran el paso a los musulmanes del Ebro y a los cordobeses y protegieran el flanco oriental de León. Con la ayuda leonesa, Sancho I extiende sus dominios sobre Monjardín, Nájera, Calahorra y Arnedo a pesar de la derrota sufrida en Valdejunquera. Por el Este el reino se extiende a lo largo de la cuenca del Aragón dejando así al condado aragonés sin posibilidad de ampliar su territorio hacia el Sur. Aragón acabará uniéndose al reino navarro aunque conserve sus instituciones y su propia personalidad. El artífice de la unión navarroaragonesa, con la que se inicia la hegemonía navarra sobre los reinos cristianos, parece haber sido la reina Toda, viuda de Sancho Garcés y regente de García Sánchez I al que casó con Andregoto Galíndez de Aragón y al que hizo intervenir decisivamente en León al morir Ramiro II. Toda, aliada al castellano Fernán González o de acuerdo con los califas, nombra y depone reyes en León y pone en peligro la independencia de Castilla cuyo conde tuvo que renunciar, en favor de Navarra, al monasterio de San Millán de la Cogolla y a su entorno, que sería saqueado por Almanzor, lo mismo que Santiago de Compostela, a pesar de la sumisión navarra y leonesa a los musulmanes. Tanto Vermudo II de León como Sancho II de Navarra reconocieron su dependencia de Córdoba entregando a Almanzor una hermana y una hija como esposas, respectivamente. Sancho III el Mayor (1005-1035) puede ser considerado el primer monarca europeo de la Península sobre cuyos reinos cristianos ejerce un auténtico protectorado. No sin razón ha podido afirmarse que el reino de Sancho se extiende desde Zamora hasta Barcelona, aunque su autoridad es muy desigual: en unos casos se hace efectiva mediante la intervención militar, como en el caso castellano; en otros, su hegemonía es reconocida gracias a una hábil combinación de la diplomacia y de las armas, que le permiten alternar los ataques al reino leonés con la creación en tierras leonesas de un partido favorable al monarca navarro. En Gascuña y Barcelona la autoridad de Sancho es más nominal que efectiva y adopta la forma feudal europea: Sancho tendrá como vasallo al conde Sancho Guillermo de Gascuña al que apoya contra los señores de Toulouse y del que obtiene el vizcondado de Labourd, y vasallo del monarca navarro es Berenguer Ramón I de Barcelona. El condado de Sobrarbe-Ribagorza es anexionado de forma directa. Las zonas incorporadas mantienen su personalidad: Castilla fue unida a Navarra previo el compromiso de Sancho de confiar el gobierno del condado al segundo de sus hijos legítimos, y puede suponerse que a un acuerdo similar se llegaría en los casos de Sobrarbe-Ribagorza o Aragón, según se desprende del testamento de Sancho, o de las leyendas que explican por qué Sancho dividió el reino entre sus hijos García (Navarra), Fernando (Castilla), Ramiro (Aragón) y Gonzalo (Sobrarbe). La preeminencia feudal de García sobre sus hermanos, de Navarra sobre los demás territorios, tiende a mantener la unidad de los dominios de Sancho el Mayor y es al mismo tiempo la mejor prueba de las diferencias existentes, la prueba de que tanto los castellanos como los aragoneses se sienten y son distintos de los navarros. La anexión de estos territorios y el reconocimiento de la superioridad del monarca navarro sólo pueden explicarse satisfactoriamente por la importancia adquirida por el reino, pero nuestra información sobre este punto es deficiente. Sin duda, Navarra es un lugar privilegiado para el intercambio comercial y cultural entre la zona musulmana del Ebro y el mundo europeo, pero ignoramos la importancia de los intercambios económicos y su incidencia sobre la economía navarra. Mejor conocidas son las relaciones políticas, eclesiásticas y culturales: Sancho es el protector de las nuevas corrientes eclesiásticas representadas por Cluny, cuya observancia introduce en el monasterio aragonés de San Juan de la Peña y en el navarro de Leyre desde los que se realiza una importante labor de cristianización de las masas rurales. A Sancho se debe la reparación y modificación de los caminos seguidos por los peregrinos que atraviesan Navarra y Aragón para dirigirse a Santiago de Compostela, y sus contactos políticos con el mundo europeo le llevan a considerar el reino como una monarquía cuya unidad vendrá dada por las relaciones feudales existentes entre sus hijos y entre las tierras confiadas a cada uno de ellos.